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Semana Santa
Conocida internacionalmente y Declarada de Interés Turístico Internacional, es sin duda, el pilar de la tradición y la cultura calandina. Desde que se inicia la Cuaresma, todo el pueblo de Calanda se vuelca para preparar los días más especiales del año. Los calandinos, ataviados con su túnica, su tambor o su bombo se mezclan con cientos de visitantes. Medios de comunicación de todo el mundo retransmiten cada año el sentimiento de las gentes de Calanda, en la conocida Rompida de la Hora. Intensa mañana de reencuentros en la Plaza de España, que minuto a minuto se va tiñendo de un manto morado. El gran bombo se situa frente a la Casa Buñuel, y a las 12 en punto del mediodía el silencio más absoluto da paso al acontemiento más estremecedor de cuantos se viven en Calanda a lo largo de todo el año. Cada año, el Ayuntamiento invita a Romper la Hora a una persona de relevancia, normalmente ligado al cine o a la cultura en general. Entre otros, han acompañado a los calandinos en el día más especial del año Verónica Forqué, Imanol Arias, Luis Eduardo Aute, Carlos Saura, Montxo Armendáriz, Fernando y David Trueba, Isabel Coixet, Luisa Gavasa, Fernando Tejero o Paco Rabal entre otros.
Declarada por la Unesco Patrimonio Inmaterial de la Humanidad
Pero la Semana Santa Calandina no es solo La Rompida. Filas interminables de tamborileros con túnica y tercerol morado ascienden por el serpenteante camino del Monte Calvario en la noche del Jueves Santo, iluminado con antorchas. El Viernes Santo, después de una mañana frenética, arranca a las 15:30 horas la Procesión del Pregón. Cientos de tambores y bombos preceden a los pregoneros que anuncian la Muerte de Cristo a través de un antiguo texto interpretado en gregoriano. Tras ellos, Hebreas y Sivilas, Putuntunes, Longinos y la Cofradía de la Virgen de los Dolores.
A las 8 de la tarde, desfilan solemnemente ocho de las nueve Cofradías de Calanda. Es la Procesión de la Soledad. Cada Cofradía luce sus mejores galas, los estandartes, bandas de tambores y bombos y los pasos portados a hombros por los costaleros recorren las calles de Calanda al atardecer.
La noche de Viernes Santo es larga. Los ritmos del tambor y el bombo no dejarán de sonar en cualquier rincón del pueblo, hasta las 9 de la mañana del Sábado Santo, que da comienza la Procesión del Santo Entierro. Participan en ésta las nueve cofradías de Calanda, desfilando en último lugar la Cofradía del Santísimo Sacaramento, cuyos cofrades portan a hombros el Sepulcro de cristal en el que yace el cuerpo de Cristo, acompañandos por la marcha fúnebre calandina de «El Monón», interpretada por la Banda de Música de la Asociación Musical «Gaspar Sanz». Al llegar a la Plaza de España, se representa un antiguo Auto Sacramental, en el que Longinos, que viste una anacrónica armadura medieval se batirá en un duelo de espadas con el capitán, cuando comprueba que el cuerpo de Cristo no está en el Sepulcro: ha resucitado. A partir de ese momento, los tambores y bombos de todos los calandinos sonaran hasta la extenuación, para dar paso al silencio a las 2 de la tarde, después de haber interpretado frenéticamente la Marcha Palillera, en memoria de Mosén Vicente Allanegui. Los tambores y bombos dejan paso a partir de ese momento al silencio que recorre las calles de Calanda, aunque los calandinos parecen oír a lo lejos los redobles durante días.
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