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El Milagro
Para los creyentes, se trata del milagro más y mejor documentado de la historia de la cristiandad y uno de los pocos relacionados con la resurrección de la carne.
Miguel Juan Pellicer Blasco nace un día de marzo de 1.617. Fue bautizado el 25 del mismo mes. Era el segundo de ocho hermanos y su familia era una humilde familia de labradores. Permanece analfabeto a lo largo de toda su vida. La única instrucción escolar que recibe es la que escucha en la catequesis, a través del párroco del pueblo.
A los 19 años, deja la casa de sus padres y se traslada a Castellón, a casa de un tío suyo por parte materna. Un día de finales de julio de 1.637, un carro cargado de trigo y tirado por dos mulas, sobre una de las cuales cabalgaba Miguel Juan, cayó éste a tierra, pasándole una rueda del carro sobre su pierna derecha, fracturándole la tibia en su parte central. Es trasladado a Valencia e ingresa en el Hospital Real el día 3 de agosto de 1.637, según consta en el Libro de Registro, que aún se conserva. En este hospital sólo permanece cinco días, ya que añora sus tierras de Aragón. Solicita permiso para trasladarse a Zaragoza, y después de casi dos meses de viaje llega a Zaragoza a primeros de octubre de 1.637.
La primera visita que realiza en Zaragoza, nada más llegar, es al Templo de Nuestra Señora del Pilar. Y a continuación es ingresado en el Hospital General de Nuestra Señora de Gracia. Es aquí donde se le amputa la pierna «cuatro dedos más debajo de la rodilla». Enterrándose dicha pierna en el cementerio del hospital, haciendo un hoyo «como un palmo de hondo». Se le dio de alta en el hospital y se la colocó una pierna de madera y muleta en la primavera de 1.638.
Hubo de recurrir a la limosna para poder vivir, hecho que realizaba en una de las puertas del Templo del Pilar, en Zaragoza. Y aprovechaba esta circunstancia para oír misa todos los días en la Santa Capilla, a la vez que se ungía con aceite de las lámparas el muñón de su pierna para intentar suavizar el dolor.
En la primera semana de marzo de 1.640 inicia su viaje de retorno a Calanda. Cuando llega a casa, y debido a que está imposibilitado para realizar tareas, decide recorrer la comarca para recoger algo que poder llevar a su casa. Este hecho es muy importante debido a que fueron muchas las personas que pudieron ver a Miguel Juan con la pierna amputada.
El 29 de marzo de 1.640, y después de una dura jornada de trabajo en su casa, al llegar la noche, y habiéndole preparado su madre una yacija improvisada con un serón de esparto y sobre él un pellejo, al lado del lecho conyugal, debido a que su habitación la empleaba un soldado que se alojaba en su casa, se duerme a pesar del mucho dolor de su pierna. Eran, aproximadamente, las diez de la noche.
Entre diez y media y once de la noche entran sus padres en la habitación «a luz de candil», y perciben una «fragancia y olor suave no acostumbrada allí», y al acercarse su madre para comprobar como se había acomodado Miguel Juan en el lecho improvisado de aquella noche, lo encuentra durmiendo, pero ve admirada que por debajo de la capa que lo cubre, asomaban dos pies cruzados. Comprobaron, Miguel Juan y sus padres, ya en los primeros momentos, a la luz del candil, la persistencia de viejas cicatrices de la pierna amputada en la nueva pierna.
El día 2 de abril, cinco días después del Milagro, concretamente el Lunes Santo, D. Miguel Andreu, notario de Mazaleón, levanta acta notarial de tan impresionante hecho. El original de esta Acta Notarial, con todo el protocolo del año 1.640, se conserva en el Archivo del Ayuntamiento de Zaragoza.
El 25 de abril, Miguel Juan y sus padres llegan a Zaragoza para dar gracias a la Virgen del Pilar. El Cabildo de Zaragoza remitió al Conde-Duque de Olivares la información del hecho para que, a su vez, la pusiera en conocimiento del Rey Felipe IV.
En el mes de Junio, declaran los testigos ante el Juez Eclesiástico que ya puede •firmar el talón en el suelo», «menear el pie y los dedos», «correr con ligereza y subir la perna derecha hasta la cabeza sin dolor ni pena alguna» y «ha crecido la pierna tres dedos y ha engordado la pantorrilla».
Declaran en dicho proceso: Facultativos y sanitarios (5 personas), entre ellos el cirujano que le amputó la pierna, familiares y vecinos (5 personas), autoridades locales (4 personas), autoridades eclesiásticas (4 personas), personajes mixtos (6 personas, destacando a dos mesoneros de Samper de Calanda y de Zaragoza).
Se reconoce el hecho como Milagro el día 27 de abril de 1.641.
El 14 de Junio de 1.641, Miguel Juan retorna a su comarca bajoaragonesa. En el otoño de este mismo año viaja a Madrid para ser presentado al Rey Felipe IV, el cual, como es sabido, tiene la deferencia de besarle la pierna. Posteriormente queda desligado de la tutela del Cabildo del Pilar, y viaja a Valencia. Regresa a Calanda y estuvo aquí durante los años 1.643 al 1.645.
Un decreto de la oficialía eclesiástica de la curia arzobispal, de 21 de febrero de 1.646, nos revela que Miguel Juan y su padre viajan a Zaragoza para solicitar la licencia de enterramiento para ellos y su familia en el oratorio o ermita en honor de la Virgen del Pilar, en que se ha convertido su casa de Calanda, donde tuvo lugar el Milagro.
El último vestigio de las fuentes manuscritas acerca de Miguel Juan parece ser la inscripción en el libro de difuntos de la parroquia de Velilla de Ebro (Zaragoza) el 12 de septiembre de 1.647, que literalmente dice: «A doce de septiembre murió Miguel Pellicer, dijo que era de Calanda, y lo trajeron aquí desde Alforque más muerto que vivo; y el que lo trajo dijo que el Vicario de Alforque lo había confesado; con todo eso lo volví a confesar y dijo algo. Y le administré el Sacramento de la Unción y se enterró en el cementerio. Fdo.- Mosen Nicolás Portal».
Al margen llevaba la acostumbrada nota: «Miguel Pellicer, pobre de Calanda», debajo de la cual, con letra distinta y posterior, se añadió otra advertencia: «Nota: Se cree que éste fue el que María Santísima del Pilar le restituyó la pierna que se le cortó, según consta por tradición».